Fotografías y texto por
Juan C. López Johnston
¿Qué es el veneno de las serpientes?
Se trata de una secreción amarilla, blanca o incolora producida por glándulas salivales modificadas localizadas a los lados de la cabeza de algunas serpientes. Su composición química está basada en aproximadamente un 70-90% de proteínas (peso seco), responsables de su gran actividad tóxica. Su principal función es la de ayudar a paralizar la presa que ha de servir como alimento y comenzar la digestión de los tejidos de ésta. La evolución de las glándulas productoras de veneno a partir de las glándulas salivales de sus antepasados con patas, los lagartos, fue un paso importante en la estrategia evolutiva para la sobrevivencia y adaptación de estos animales. Este innovador y eficaz mecanismo sólo fue desarrollado por las serpientes consideradas como evolutivamente más recientes (familias Viperidae y Elapidae). En la familia Colubridae, aun cuando algunos de sus miembros poseen glándulas productoras de veneno, éstas son histológicamente mas simples y su aparato para inyectarlo podría considerarse como mecánicamente “menos efectivo” que el de las otras, debido a que éstas requieren morder, sujetar y luego, a través de movimientos alternados de sus maxilares y mandíbulas, conducir la presa hasta los colmillos para poder entonces clavarlos e inyectar el veneno a medida que la engullen.
A grandes rasgos, son estas proteínas componentes del veneno las responsables de las múltiples manifestaciones clínicas causadas en un envenenamiento. Si bien la naturaleza química de los venenos de las serpientes es bastante “constante” desde el punto de vista de los componentes que la integran (las familias de enzimas se repiten en casi todos los venenos), sus propiedades especificas y efectos patológicos varían marcadamente entre éstas, dentro de una misma familia, entre los diferentes géneros de serpientes y aún varían considerablemente entre individuos de la misma especie pertenecientes a zonas geográficas distantes.
Serpientes venenosas venezolanas potencialmente letales al humano:
El grupo de serpientes responsable de la gran mayoría de los accidentes y las muertes son las de la familia Viperidae – Crotalineae, entre las cuales se describen para Venezuela los géneros Crotalus, Bothrops, Bothriopsis, Bothriechis, Porthidium y Lachesis (cascabeles, mapanares y cuaimas, respectivamente). Los venenos de Vipéridos suelen ser mucho menos tóxicos que los de las serpientes de coral, pero la cantidad inyectada por mordida ciertamente es mucho mayor, así como su complejidad química y de actividades biológicas presentes en éstos. Como actividad biológica definimos aquel efecto que es capaz de producir en un animal cuando es inyectado, como, por ejemplo, alterar el funcionamiento de los riñones, interrumpir la transmisión del impulso nervioso o desequilibrar los mecanismos de la coagulación sanguínea, entre otros.
Con respecto a los accidentes ocasionados por las serpientes “Mapanare” (Géneros Bothrops, Bothriopsis, Porthidium y Bothriechis), sus venenos son bastante menos tóxicos que los de los cascabeles, debido a que son eminentemente destructivos a nivel físico, pero… 1) son responsables del mayor numero mordidas y 2) por ser venenos que básicamente destruyen/digieren tejidos (esto les facilita la digestión de sus presas), las secuelas permanentes pueden llegar a ser físicamente deshabilitantes. En el caso de los venenos destructivos (necrosantes/proteolíticos), éstos, como su nombre lo indica, destruyen los tejidos, básicamente sus proteínas. Esto incluye músculos y proteínas sanguíneas.
De los géneros mencionados, el que causa los casos de severa gravedad clínica y el más estudiado en Venezuela es el género Bothrops, principalmente B. colombiensis (B. lanceolatus) y B. Venezuelensis, del norte del país, y B. atrox del sur. Del resto de los géneros, Porthidium es considerado como poco letal, aun cuando sus manifestaciones clínicas locales pueden llegar a ser grotescas. La información clínica y experimental precisa de los géneros Bothriopsis, y Bothriechis es virtualmente nula para Venezuela y lo que se conoce es en relación con material de otros países de distribución.
El envenenamiento por cuaima piña (Lachesis muta) ha sido clínicamente poco documentado en Venezuela debido a que la distribución de esta serpiente, al suroriente del país, hace difícil el acceso de los pacientes a centros médicos de referencia. En general, se considera como una combinación de efectos tipo cascabel y mapanare. Aun cuando es el menos tóxico de los tres vipéridos importantes (cascabel, mapanares -Bothrops- y cuaima), la severidad de su clínica se debe principalmente a la gran cantidad de veneno que es capaz de inyectar. Una cuaima piña adulta puede llegar a los tres metros de longitud, lo cual le hace tener una gran cabeza que contiene grandes glándulas productoras de veneno unidas a grandes colmillos. Su conducta es engañosa: se muestra como un animal apacible, con movimientos lentos y pesados, que raramente alerta sobre su estado de ánimo, como lo hace una cascabel inquieta agitando su maraquita o una mapanare malhumorada haciendo vibrar la punta de su cola sobre la hojarasca con el cuerpo enroscado sobre sí misma lanzando rentinas y relampagueantes tarascadas.
Las serpientes de coral (Género Micrurus) presentan venenos que interfieren la transmisión del impulso nervioso de la víctima a nivel periférico aun cuando hay referencias médicas que describen efectos en el sistema nervioso central (cerebro). Por lo general, presentan poco o ningún efecto local y la víctima solo reporta haber sentido un piquete similar al de una espina. A nivel sistémico, pueden producir parálisis de los músculos intercostales y el diafragma, lo que ocasiona falla respiratoria. También se observa incremento de las secreciones salivales, bronquiales, nasales y lacrimales. Puede ocurrir edema de glotis. La muerte sobreviene por falla respiratoria complicada. Afortunadamente, las serpientes de coral son animales muy poco agresivos y su conducta se caracteriza por ser tímida y huidiza. Los accidentes ocurren sobre todo en personas imprudentes que, atraídos por sus llamativos colores, provocan el accidente al manipularlas.
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