martes, 10 de mayo de 2011

TESOROS DE NUESTRA BIODIVERSIDAD

LOS COCODRILOS DE VENEZUELA

César L. Barrio Amorós
Director Ejecutivo de la Fundación AndígenA



¿Cuál es la diferencia entre un cocodrilo y un caimán? ¿sabes cuántas especies existen en Venezuela? La respuesta a esta pregunta podría salvarte la vida si en algún momento decides refrescarte inocentemente en aguas que le pertenecen a estos respetables y temidos reptiles.  

FEROCES Y TEMIDOS DEPREDADORES

Estás nadando en un remanso, disfrutando del agua fresca en una tarde calurosa. Salpicas, ríes, juegas y te abandonas a los placeres del relax. Pero no sabes que unos pequeños ojos inexpresivos te están observando. Analizan cada uno de tus movimientos para detectar si eres una presa factible o peligrosa; pero al rato concluyen que un animal desnudo, sin escamas, ni pelaje, ni plumas, tan estúpido como para atraer su atención de esa manera no puede dejar de ser la cena. El observador se sumerge lentamente, sin dejar apenas ondas en el agua. Nadie te culpa de no verlo. De hecho, ningún animal mil veces más dotado que un humano sería capaz de hacerlo. Y de repente sucede. Un estallido en el agua hace que te des la vuelta; lo último que verás son unas fauces rellenas de decenas de dientes blancos y triangulares que te apresan, cerrándose sobre tu torso, escucharás cómo tus huesos chasquean, después… nada.

Esta escena ha podido ocurrir en cualquier país tropical del mundo, donde pululan los depredadores más infames, y a la vez más fascinantes, del planeta. Es, empero, en África y Australia donde se da el mayor número de casos de ataques de grandes cocodrilos a humanos. Será porque en el resto del mundo ya casi han sido exterminados. Sin embargo, hasta hace tan sólo 50 años, en Venezuela también eran comunes casos como el que describo. En la época en que abundaban estos animales, era frecuente que hicieran presa especialmente a mujeres que iban a la orilla del río a lavar ropa. El Padre Gumilla narra, en el siglo XVII, que “en los raudales furiosos y remolinos en los que ocurren naufragios de embarcaciones, junto a los sitios en que los pobladores concurren a lavarse o tomar agua, hay caimanes (=cocodrilos) cebados en la carne humana”. Humboldt también recoge casos similares en 1800, “nos decían los indios que en San Fernando [de Apure] apenas se pasa el año sin que dos o tres personas adultas, mujeres sobre todo que van a recoger agua al río, sean devoradas por estos lagartos carniceros”. Y todos sabemos lo que le pasó a Mercedes a la orilla del río. El tío Simón demasiadas veces nos lo cantó. El protagonista de estos sucesos es el cocodrilo del Orinoco, con quien volveremos más adelante.

En verdad pocos depredadores causan en el mundo un tan marcado, profundo y temeroso respeto, como los cocodrilos, mal llamados “seres de sangre fría”, son animales ectodermos que necesitan del calor del sol para regular su temperatura corporal y así mantenerla dentro de los niveles óptimos para su metabolismo.

Son reptiles que datan desde hace más de 200 millones de años, y por tanto seres que se arrastran, están armados de dientes enormes, sus ojos son pequeños e inexpresivos, de pupila vertical, que no dejan saber lo que piensan; pueden estar completamente quietos por horas, y un leve movimiento de una gacela, un venado o un chigüire a dos metros los hace explotar de actividad, desarrollando una velocidad tan prodigiosa que sorprende a cualquier incauto que se acerque demasiado.

Pocos saben, sin embargo, que Venezuela es uno de los cuatro países del mundo (junto a Brasil, Perú y Ecuador) que cuenta con mayor número de especies de cocodrílidos (orden Crocodylia), cinco especies (sólo otro país, Colombia, cuenta con más: seis). En todo el mundo existen 23 especies. En Venezuela existen tres especies de caimanes (familia Alligatoridae): la primera es la baba o caimán de anteojos (Caiman crocodylus) que posee dos formas o subespecies (C.c. crocodylus al este de los Andes, y C.c.fuscus, la babilla, en la Hoya del Lago de Maracaibo). Existen además dos especies más pequeñas y de hábitos más discretos, el babo morichalero, (Paleosuchus palpebrosus) y el babo negro (Paleosuchus trigonatus). Y por supuesto, los dos cocodrilos, el Llanero o del Orinoco (Crocodylus intermedius), y el de la Costa o Americano (Crocodylus acutus). Un escenario muy diferente encontraríamos en el período miocénico (hace entre 8 y 26 millones de años), cuando en el noroeste de Venezuela cohabitaron 14 especies de cocodrílidos, ¡algunos de hasta 11m de longitud!


¿COCODRILO O CAIMÁN?

 

 Antes de adentrarnos en explicaciones concretas para cada especie, hay que aclarar dos cuestiones que emergen repetitivamente siempre que se habla sobre tales animales. Una es sobre la terminología empleada para referirse a los mismos; y la otra, muy ligada, es ¿cómo se distingue un cocodrilo de un caimán?


Es curioso que en otros países la discusión terminológica no exista (tal vez sólo en Colombia). Pero para responder hay que saber diferenciar antes los dos tipos de animales. Los caimanes poseen un par de características anatómicas que los diferencian rápidamente de los cocodrilos. Las dos especies de cocodrilos venezolanas poseen un hocico extremadamente largo en comparación con el de los verdaderos caimanes, y los dientes de la mandíbula superior caen sobre los de la inferior en los caimanes, sin que ninguno de ésta sobresalga. En cambio, en la mandíbula inferior de los cocodrilos el quinto diente sobresale cuando la superior se cierra. Además, las dos especies de cocodrilos suelen alcanzar hasta cinco metros (hay reportes de hasta siete), mientras que el caimán más grande del que se tiene noticia en Venezuela no sobrepasó los tres metros.

Ahora, ¿qué es una “baba” o “babilla”? La verdad es que no entiendo por qué se denomina en Venezuela y Colombia con ese nombre al caimán de anteojos (no he logrado desentrañar el misterio etimológico), mientras que a los verdaderos cocodrilos (el llanero y el de la costa) se los denomina “caimanes”, induciendo de esa forma a la confusión. Para estar claros, todos los científicos y quienes se interesan por las especies, deberían llamar caimanes a los integrantes de la familia Alligatoridae (géneros Caiman y Paleosuchus) y cocodrilos a los de la familia Crocodylidae (género Crocodylus).


BABA O CAIMÁN DE ANTEOJOS

Sin duda es el más común de los saurios acorazados del Neotrópico, y sin duda una imagen familiar para quien viaje por el interior del país a través de los Llanos. Su estampa omnipresente en las orillas de esteros y lagunas lo convierte en un elemento paisajístico característico del Llano venezolano. La baba o caimán de anteojos (Caiman crocodylus) se distribuye a lo largo y ancho del país, exceptuando las zonas montañosas. Existen dos subespecies, Caiman c. crocodylus, habitante de Llanos y al sur del Orinoco, y C. c. fuscus, la babilla de los zulianos, que habita la hoya del Lago de Maracaibo. Sus diferencias son básicamente en coloración (más pálido el primero, y más oscuro el segundo) y por el tamaño mayor del primero. De todas maneras hay autores que no considera válida esta diferenciación.



El caimán de anteojos es un depredador de peces, aves y pequeños mamíferos, que no entraña peligro alguno para el hombre. Más bien es tímido y escapa al menor acercamiento. No obstante, hay que tener en cuenta su fortaleza (para mí, proporcionalmente a su tamaño mucho más poderosa que la de un cocodrilo verdadero), y evitar accidentes cuando se manejan.


PALEOSUCHUS, CAIMANES ENANOS

De apariencia prehistórica, los pequeños caimanes del género Paleosuchus son sin duda los grandes desconocidos del público. Son poco conspicuos y sólo habitan morichales y selva profunda. Tampoco existen en grandes concentraciones como las babas, y su tamaño nunca sobrepasa los dos metros. El babo negro (P. trigonatus) de hecho es un solitario que prefiere los tramos de los ríos con mayor corriente, incluso rápidos, aunque también puede buscar su alimento lejos del agua, en el suelo de la selva; les gustan las aguas negras al sur del Orinoco. Se alimentan de invertebrados (caracoles dulceacuícolas) y pequeños vertebrados. Su pariente cercano, el babo morichalero (P. palpebrosus), como su nombre indica, gusta de los morichales de aguas claras, aunque también pueden hallarse en selva inundada, y arroyos de poco caudal. Es la especie de cocodrílido más pequeña de América, y no suelen sobrepasar el metro y medio. Su alimentación es primordialmente a base de invertebrados, moluscos y crustáceos.


LOS VERDADEROS COCODRILOS

 




Existe una eterna discusión sobre cuál de las dos especies puede llegar a ser mayor. Escribió Humboldt en sus viajes equinocciales, refiriéndose al cocodrilo del Orinoco (Crocodylus intermedius): “(…)Hacia las cuatro de la tarde nos detuvimos para medir un cocodrilo muerto que el río había arrojado a la playa. Tenía sólo 16 pies 8 pulgadas de largo; algunos días después halló el Sr. Bonpland  otro, un macho, cuya longitud era de 22 pies 3 pulgadas” (lo que equivale a 6.70 m). Este animal debió ser un verdadero monstruo, y en aquélla época no eran infrecuentes animales verdaderamente enormes. No obstante, según varios autores, existen cocodrilos americanos o costeros (Crocodylus acutus) que sobrepasaron los 7m, lo cual indica que esta especie sobrepasaba incluso el tamaño de los famosos cocodrilos del Nilo, y se acercan a los no menos famoso “salties” o cocodrilos de agua salada del Indo Pacífico, sin duda la especie de mayor tamaño y peligrosidad.

Como se ha comentado al principio, ambas especies potencialmente pueden constituir una amenaza para el ser humano (al fin y al cabo no somos más que unos deliciosos mamíferos sin pelo), pero por supuesto que el número de ambos ha descendido de tal manera que encuentros lamentables sólo ocurren para los cocodrilos. En el mundo sólo existen unos 800 adultos de “Orinoco” (como me gusta llamar a los cocos del Orinoco), entre Venezuela y Colombia, por lo que se trata de una especie seriamente amenazada de extinción. El tráfico de pieles durante la primera mitad del siglo XX fue tan dañino, que en un único año los “caimaneros” podían acabar con 350.000 ejemplares. ¡Y esto ocurrió desde los años 20 hasta los 70!
El cocodrilo americano, por su parte, existe en una considerable franja costera del Caribe y Pacífico, y se encuentra en menor peligro, aunque en Venezuela sus poblaciones están sufriendo la competencia directa del hombre, su mayor población en el país se encuentra en el Parque Nacional Laguna de Tacarigüa en el estado Miranda. En condiciones naturales, ambas especies se alimentan de peces principalmente, sin desdeñar grandes mamíferos y aves.



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